sábado, 14 de septiembre de 2013

El ajedrez de la violencia en Siria

Si bien la situación en Siria es el foco de tensión más importante en la región, hay otros actores con conflictos internos que podrían complicar aún más el escenario actual.

Una protesta en Yemen en contra de un eventual ataque militar a Siria. / EFE
El momento por el que atraviesa Oriente Medio podría ser uno de los más álgidos en la historia reciente de una región propensa a la guerra y el caos por cuenta de las tensiones religiosas, económicas y políticas. El conflicto en Siria ha terminado por desestabilizar a una región que, en varios casos, está sumida en una serie de violencias intestinas que a la vez amenazan con afectar su desarrollo. Por estas razones, una intervención militar en este momento podría resultar muy peligrosa para la zona.
El escenario más cruento es Irak, que luego de la invasión estadounidense y la supuesta pacificación se ha enredado en una violenta guerra entre facciones suníes y chiitas. Sólo el mes pasado, la cifra de muertos superó los 800, la gran mayoría civiles. El problema actual gira alrededor de la escasa representación política para la minoría suní (a la cual pertenecía Sadam Hussein), que se ha visto desplazada por la mayoría chiita en el reparto de la torta gubernamental.
En tiempos de la invasión de Estados Unidos, la frontera entre Siria e Irak se convirtió en un paso frecuente de extremistas chiitas que luchaban contra las fuerzas norteamericanas. El gobierno de Bashar al Asad hace parte de una rama chiita conocida como alauita.
El caso de Irak, más allá de la violencia que desgarra al país (sin que esto sea un asunto menor), resulta vital a la hora de entender las dudas y las prevenciones de la comunidad internacional para intervenir en Siria. Los constantes atentados, los muertos y el caos parecen ser un crudo recordatorio de que la fuerza de las armas de Occidente puede no ser una solución para rescatar a una sociedad.
Otro de los países en la región que más preocupación causan es Líbano, escenario de una creciente lucha entre las milicias de Hizbolá y el Gobierno. El conflicto no es un asunto interno exclusivamente, pues el grupo extremista ha enviado combatientes a Siria para apoyar a Al Asad y él, a cambio, ha bombardeado ciertas posiciones en Líbano. El mes pasado se registró en Beirut, la capital, el peor atentado desde hace al menos siete años.
Sin olvidar otros puntos neurálgicos en el ajedrez regional, como Jordania y Turquía, en medio de todo hay dos jugadores claves: Israel e Irán, ambos enemigos declarados y con intereses opuestos en lo que concierne a la cuestión siria. Mientras el primero apoya el ataque limitado propuesto por la administración Obama, el segundo insiste en la no intervención militar contra un aliado clave, una de las pocas voces que apoyan el programa nuclear iraní, por ejemplo.
 Irán
Es el gran aliado de Siria en la región  y, potencialmente, el mayor obstáculo para una intervención militar en contra de Bashar al Asad. El gobierno iraní se encuentra en un pulso con la comunidad internacional por su programa nuclear, una iniciativa que, dice, persigue con fines civiles, pero que ante los ojos de países como Estados Unidos es un claro intento por armarse. Irán es enemigo declarado de Israel y amigo de Hizbolá, lo que hace temer que su respuesta ante un ataque contra su aliado podría terminar en un conflicto con aquel país. Sin embargo, paradójicamente, el conflicto sirio no es visto con buenos ojos por Irán, lo que podría hacer que el régimen iraní ayude a encontrar una salida negociada a la guerra civil.

Libia
Luego de la caída y posterior asesinato de Muamar Gadafi, el país entró en una espiral de violencia en la que ha habido una fuerte presencia de elementos de Al Qaeda. La intervención de una coalición internacional aceleró la caída del régimen, pero dejó el país a merced de la violencia. El mes pasado, grupos armados tomaron el control de varios puertos en el país, vitales para la exportación de petróleo. Los tuaregs —musulmanes pero no árabes— que se unieron a los rebeldes libios y recibieron entrenamiento y armas, se extendieron por toda la región, cada vez más inestable.
 Egipto
La salida del presidente Mohamed Mursi a principios de julio de este año, presionada por los mandos militares, desató una ola de protestas en todo el país que ha dejado un estimado de 900 muertos por cuenta de los choques entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad.
Esta semana, el ministro del Interior, Mohamed Ibrahim (funcionario encargado de la represión contra los simpatizantes de Mursi), sobrevivió a un atentado y advirtió que se aproximaba una nueva ola de violencia. Las Fuerzas Armadas de Egipto, actualmente a cargo del país, son las más numerosas de África (con un estimado de medio millón de efectivos) y controlan entre el 10% y el 30% de la economía nacional. Este país, uno de los actores principales en la región, se opone al ataque contra territorio sirio.

Turquía
Es uno de los países que apoyan una intervención militar en Siria, con el que comparte una amplia frontera. A través de este cruce se estima que han entrado a Turquía más de 300.000 refugiados. Además de población civil, la frontera también se ha habilitado para el paso de rebeldes opositores al régimen de Bashar al Asad, que utilizan los campamentos como lugar de aprovisionamiento y para recibir ayuda médica y descansar. De acuerdo con cifras de las Naciones Unidas, el número de refugiados se puede triplicar este año. El gobierno turco sostiene una disputa interna con una insurgencia kurda (conocida como PKK). El mes pasado, Turquía e Israel llamaron de vuelta a sus embajadores en el otro país luego de que el primero asegurara que el segundo había estado detrás del golpe que depuso al gobierno electo en Egipto. Estados Unidos opera la base aérea de Incirlik en territorio turco.

Irak
La invasión estadounidense a Irak en 2003 es el gran fantasma que muchos ven para apoyar la intervención en Siria. Tras diez años de una guerra larga y complicada, el panorama es pésimo: instituciones debilitadas, violencia, violaciones a los derechos humanos y fortalecimiento de la organización terrorista Al Qaeda. Las tensiones entre chiitas (que conforman la mayoría del país) y sunitas (minoría de la que hacía parte Sadam Hussein) han dado paso a una confrontación armada entre milicias de ambas partes que, desde principios de este año, ha dejado 5.000 muertos (la mayoría civiles), de acuerdo con cifras de las Naciones Unidas.
Sólo en agosto perecieron más de 800 personas en la violencia, que tomó su giro más cruel después de que el gobierno levantara un campamento de protesta sunita en abril; una acción en la que perecieron 50 personas y 110 resultaron heridas.

Líbano

Las milicias de Hizbolá, opositoras del gobierno libanés, han estado activamente involucradas en el conflicto sirio. Esto significa que el grupo ha enviado combatientes para apoyar el régimen de Bashar al Asad y él, a su vez, ha ordenado varios ataques aéreos sobre posiciones del ejército libanés en sitios como Arsal, a 124 kilómetros al norte de Beirut, la capital. El 15 de agosto explotó un carro bomba en un sector de esa ciudad controlado por Hizbolá y dejó 27 muertos; es el mayor atentado en la capital desde, al menos, 2005. El impacto sobre Líbano de un ataque en Siria preocupa al mundo entero. Una nueva inestabilidad allí sería fatal para la región. La situación de Líbano invariablemente depende de los acontecimientos de su vecino. Si el régimen sirio cae o se debilita mucho más, Hizbolá se verá afectado y eso tendrá influencia en el actual gobierno.

Jordania
En el interior del país hay un marcado descontento en contra del gobierno liderado por el rey Abdullah II, el cual, si bien no ha estallado violentamente, ha obligado a las autoridades a tomar medidas como la restricción parcial del acceso a internet para aplacar a la oposición. El país es uno de los principales receptores de refugiados sirios: actualmente más de medio millón de personas están registradas en Jordania bajo esta figura. El campamento de Zaatari, con una población de 130.000 personas, se ha convertido en la cuarta ciudad más poblada del país. Estados Unidos desplegó baterías antiaéreas, así como un destacamento de aviones de combate F-16 para ayudar a entrenar pilotos jordanos, luego de que en abril el gobierno de Bashar al Asad acusara a Jordania de ayudar a los rebeldes en Siria. Sin embargo, el país ha aclarado que no apoya el ataque contra Siria.

Israel

Es el mayor aliado de Estados Unidos, el principal receptor de ayuda internacional estadounidense (por encima de Egipto) y uno de los gobiernos que apoyan el ataque limitado en contra de Siria, voluntad expresada, entre otros canales, a través del Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos, organización que realiza ‘lobby’ extensivo en el Congreso de EE.UU. El gobierno israelí, de acuerdo con algunos reportes, ve una acción militar en contra de los sirios como una forma de advertencia para Irán y su programa nuclear. Sin embargo, sería el primer blanco de retaliaciones si EE.UU. lanza la ofensiva militar sobre Siria.

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